Texto: Jordi Curcó (La Mañana)

Fotografía: El obispo Malla, el cardenal Jubany y el abad Casià, sentados. En pie al fondo, el escultor Cuello, el día de la inauguración del relieve en Montserrat. (Archivo Ramon Cuello)

 

El 11 de marzo de 2001, hoy hace 23 años, el papa Juan Pablo II beatificaba en Roma al joven químico leridano Francesc Castelló, que murió mártir en Lleida el 29 de septiembre de 1936. Trenta y ocho años antes, el 2 de octubre de 1983 -se han cumplido 40 años recientemente-, Montserrat inauguraba el último relieve dedicado a él con el que se completaba le ornamentación de la fachada del monasterio.

A la inauguración y bendición del relieve montserratino, presidida por el abad de entonces, Cassià Maria Just, acudió una buena representación leridana, encabezada por las hermanas del mártir, Maria y Teresina Castelló Aleu, acompañadas por el obispo de Lleida Ramon Malla y el arzobispo de Barcelona, el cardenal Narcís Jubany. Una enorme senyera colgaba del balcón donde se colocó el relieve, mientras que un enorme gentío llenaba la plaza del santuario, para unirse al acontecimiento en un ambiente de fiesta y de catalanidad, en homenaje a dos extraordinarios cristianos y catalanes.

El relieve lo había realizado el escultor Ramon Cuello i Riera, nacido en Barcelona en 1939, autor entre muchas otras obras, de las imágenes de la Virgen y de San José de la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, galardonado en 2011 por su reputada producción artística con la Creu de Sant Jordi. El artista quiso representar al beato Pere Tarrés y a un joven a su lado que lleva la palma del martirio en su mano izquierda, Francesc Castelló. Un joven químico trabajador de la fábrica CROS, que con tan solo 22 años murió mártir en el Cementerio de Lleida la madrugada del 29 de septiembre de 1936, por sus convicciones religiosas. Los dos, uno como médico i sacerdote y el otro como joven laico, fueron destacados dirigentes de la Federació de Joves Cristians de Catalunya.

Cuello, que con 85 años continúa en activo como escultor, nos hace memoria desde Esparraguera, donde reside, de cómo y por qué le llegó este encargo: "El motivo fue mi amistad con el abad Cassià Just y el P. Just, que conocían muy bien mis trabajos. Me dijeron que confiaban en mi. El hecho es que la fachada de Montserrat se finalizó con mi obra, que fue bien recibida”.

El escultor explica que en primer lugar tuvo que conocer quienes eran esos personajes de tanta valia para estar en la fachada de la basílica: “Me dí cuenta de que eran de un altísimo valor espiritual y una lección para todos los cristianos, especialmente para los fejocistas, la Federació de Joves Cristians de Catalunya. Por lo que respecta al trabajo escultórico, primero tenía que comprender la obra que ya había en la fachada de los escultores Joan Rebull y Núria Tortras, los dos ya traspasados. Todo era amor de Dios y el mensaje que quería dar era de entrega hasta dar la vida por amor a Cristo”.

Cuello recuerda el hecho que cuando el monge Romuald Díaz, vicepostulador de la Casa de Beatificación de Castelló y el P. Just, además de los  dirigentes fejocistas de entonces le encargaron la obra, ni Castelló ni Tarrés habían estado declarados beatos: “Es evidente que la beatificación de ambos puso más en valor el relieve que hay en Montserrat. Cuando voy y me acerco, siento un fervor especial. Cuarenta años después, tengo que decir que me haría ilusión y todavía tengo fuerzas, para poder realizar la escultura que todavía no tiene Lleida del beato Francesc, para la catedral o el lugar que se decidiera. Hace años, con ocasión de un encuentro que tuve en Lleida con la hermana del beato, Teresina Castelló, elaboré un esbozo que todavía conservo y que finalmente no se materalizó. Se acerca el 25 aniversario de su beatificación y sería una buena ocasión para hacerla. Aquí lo dejo".