Queridos diocesanos:
Vuelvo hoy sobre un tema del que os di una primera información el pasado día 19 de enero con motivo de la publicación de Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida. La autoría es de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida. En nuestra diócesis hemos intentado darle una gran difusión con el fin de informar a todos acerca de la postura de la Iglesia ante el final de la vida y orientar a los católicos recordándoles los principios básicos de nuestra fe y de nuestra moral.
En aquel primer comentario intentaba hacer un resumen del contenido del documento e invitaba a todos a su lectura y estudio. En este momento y a raíz de las distintas informaciones que van apareciendo sobre la llamada ley de la eutanasia que el gobierno español ha empezado a tramitar, considero conveniente dar mi opinión tras la avalancha de comentarios de índole diversa que se producen en los medios de comunicación social y en nuestras tertulias ordinarias.
Hace pocas semanas leía un artículo en la prensa diaria que me sorprendía muchísimo. Comentaba su autor, y lo cito de memoria, la contradicción que se establecía entre las personas y grupos que en la actualidad defendían la vida y se posicionaban contra la eutanasia y el suicidio asistido y hace unos años alentaban la guerra de Irak que tantas muertes había provocado en aquel país y en todo el Oriente Medio. Trataba de descalificar y hacer callar a quienes manifestaban una opinión contraria a dicho proyecto de ley.
Unas breves consideraciones a ese artículo. Es un tanto forzado, o ridículo diría yo, mezclar dos realidades tan distintas como la guerra y una ley en tiempos de paz que provoca la muerte, sobre todo cuando se concreta en un solo episodio. ¿Es la única guerra que ha habido en los últimos cien años?, ¿No se han producido otros conflictos por intereses, ideologías o ansias de dominio? La misma argumentación se puede usar a la inversa, ¿Por qué quienes clamaban en aquél momento por la vida y por la paz, ahora solicitan por ley la destrucción personal y la muerte? Si de coherencia hablamos… Pensad en la elevada cantidad de guerras, pequeñas o grandes, locales o internacionales que, todavía hoy, se están produciendo. Los católicos oramos siempre por la paz y dedicamos un día especial, el 1 de enero, a pedir y trabajar por la paz en
todo el mundo.
Nuestra postura y nuestro trabajo por la paz y por la vida, para siempre y para todos, nos faculta para levantar la voz contra esta propuesta gubernamental. Debemos recordar que no es una cuestión solamente religiosa la que ahora se pone sobre la mesa, afecta a toda persona y a
toda la sociedad. Es una cuestión social en que los católicos, la Iglesia, pueden manifestar su opinión con entera libertad sin que se nos quiera inhabilitar por nuestro pasado, por nuestras convicciones o por la pretendida imposición que queremos conseguir para todos. Quienes
presumen y pregonan libertad no pueden hacer callar a un significativo grupo socialmente implantado.
Nuestra fe marca los límites de las opiniones: somos creados por Dios, que es el autor de la vida, nos acompaña a lo largo de nuestro recorrido en esta tierra y determina el final de la misma, Nosotros defendemos la vida desde la concepción hasta la muerte natural. No aceptamos
el homicidio, el suicidio asistido o la eutanasia. Luchamos contra el sufrimiento y exigimos el cuidado, el cariño, la protección y el acompañamiento de los enfermos. Esperamos, antes que nada, una legislación sobre los cuidados paliativos que tanta falta hace para todos.
Con mi bendición y afecto.
+Salvador Giménez, obispo de Lleida.