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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Autoria
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Fecha publicación: 
Vie, 03/25/2022
Queridos diocesanos:
 
 
En ocasiones se acusa a la Iglesia de no modificar sus principios que fundamentan la propia cosmovisión. Se insiste en que debería actualizar su mensaje dando la impresión que está anclada en el pasado o que no se sube al carro del progreso. O que prefiere valorar más las ideas que los deseos de los seres humanos. En pocas líneas ya tenemos los grandes conceptos que dominan la llamada cultura actual: relativismo, subjetivismo y progresismo.
 
 
La permanente defensa de la vida humana es una convicción expuesta sin fisuras por la totalidad de textos de pensadores y pastores católicos. Y no es una invención acomodaticia para cada época. El fundamento llega hasta el Evangelio, hasta las mismas palabras y los hechos de Jesucristo que ha sido enviado por el Padre para nuestra salvación. Si Dios envía a su Hijo es porque ama al hombre, ama la vida de los hombres a los que ha destinado a ser sus hijos y alcanzar la santidad.
 
 
La fiesta de la Anunciación del Señor, que celebramos el día 25 de marzo, es la escogida por la Iglesia para recordar la importancia del primer don de Dios, la vida, de la que se derivan los demás derechos que puede disfrutar todo ser humano. “Acoger y cuidar la vida, don de Dios” es el lema propuesto para la celebración de este año. Los dos verbos que encabezan la frase señalan el compromiso y el reto de todo cristiano para aceptar el gran regalo. No se añaden limitaciones o restricciones mentales a ese gran reto, existe el empeño de la Iglesia en defender el don de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. Acoger y cuidar cada vida, especialmente en los momentos en los que la persona es más vulnerable, se convierte así en signo de apertura a todos los dones de Dios y testimonio de humanidad. Hoy más que nunca los cristianos debemos ser en nuestra sociedad testigos del Evangelio de la vida defendiendo este derecho fundamental con el propio ejemplo, promoviendo leyes justas que salvaguarden la vida, buscando, además una formación permanente en este sentido y procurando formar a las generaciones más jóvenes empeñadas en construir una sociedad verdaderamente humana.
 
 
Lo anterior es un extracto del mensaje que para esta ocasión han publicado los obispos de la Comisión creada para promover y anunciar de forma constante el aprecio por la vida. A todos nosotros nos sirve para valorar y aceptar los grandes planteamientos que sobre la vida se extienden en nuestra sociedad y que son causa de perturbación y de acaloradas discusiones. Muy recientes tenemos todavía las imágenes de Ucrania con la matanza de tantos seres humanos; la cuestión de la pena de muerte con la reiterada afirmación que el hombre no puede aniquilar a nadie y se propende a promover leyes que sustituyan esa condena mortal por otro tipo de castigo; el asunto sangrante del aborto que en tantos países se ha legalizado; la reciente problemática de nuestro país sobre la eutanasia; el terrorismo y sus secuelas de destrucción y muerte… Y otros muchos argumentos sobre la muerte que agobian y asustan a nuestra sociedad.
 
 
Los cristianos tenemos el derecho a hablar defendiendo siempre la vida. Estamos en contra de la cultura de la muerte. No queremos relativizar la dignidad de la vida, no se trata de una opinión más o menos subjetiva o de la defensa de un falso progresismo en el que se acumulan y se anteponen algunas concesiones a los animales, superiores a la atención dispensada por los concebidos y no nacidos. Algunos se sorprenden del uso de la palabra asesinato a esta práctica, ¿cómo llamarla? Igualmente la aplicación de técnicas para eliminar la vida de ancianos, deficientes o no válidos. Con mi bendición y afecto.
 
 
+Salvador Giménez, obispo de Lleida.