Hay quien sigue hablando de "oír Misa" o "asistir" a misa, pero tendríamos que reflexionar y profundizar: no se trata de oír la Misa o de escuchar, porque no es un concierto, ni tampoco es suficiente asistir, porque no es un espectáculo. Lo más adecuado y correcto es "participar", porque es una fiesta de familia.
No olvidemos que quien la preside nos dice: Dichosos los invitados a la Mesa del Señor. Somos invitados a compartir el Pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía (Cuerpo entregado y Sangre derramada por nosotros, bajo las apariencias del pan y del vino..., elementos que desaparecen para dar vida a quien los come). Y además, somos invitados a renovar la experiencia del encuentro con el Resucitado que va acompañada del envío en misión a hacer presente y eficaz en la vida de cada día el mismo gesto de entrega amorosa de Jesús (Hech 2, 42-46).
Lo que hacemos cada domingo es una celebración de la Eucaristía, "fuente y cumbre de toda la vida cristiana" (LG 11 y SC 10), no es únicamente un genérico "oficio sagrado" (como lo califican de manera inapropiada algunos comunicadores) o un "servicio religioso" o "culto" (que es la denominación propia y adecuada en otras Iglesias Cristianas). Más aún, en la Eucaristía, el celebrante principal (como le llaman los rituales) "preside" una comunidad que celebra, no simplemente "oficia" ante un número mayor o menor de personas...
En fin, si fuera únicamente una cuestión de lenguaje bastaría con ligeras correcciones. Pero, como se trata de un evidente déficit de evangelización y catequesis, es necesario que los seguidores de Jesús nos esforcemos en vivir y ayudar a vivir con más profundidad el "memorial" del Señor, que realiza eficazmente lo que significa. En la Eucaristía, Cristo resucitado vive y actúa.
Lo he repetido muchas veces: no se trata de una imagen (por muy venerada que sea o por muchos años de historia que tenga), o de un Paso de Semana Santa de los mil y uno que tenemos en tantos lugares de nuestra geografía (por muy artístico o monumental que resulte o por mucha devoción que inspire). Es el Señor en persona, sacramentalmente presente, que sigue diciendo: "Haced esto en memoria mía", e invitando explícitamente a reproducir constantemente "esto", su dinamismo, su amor incondicional y oblativo, su preocupación constante por acertar a cumplir la voluntad del Padre Dios en todo.
Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,
+Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida